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lunes, 29 de noviembre de 2010

El laberinto (5)

Hombre: Entiendo eso de las experiencias vividas y los aprendizajes pero ¿cómo pueden las experiencias no-vividas y los no-aprendizajes enriquecer nuestro presente?
Aquello: Porque no haberlas experimentado te da la oportunidad de experimentarlas, es decir, te da la oportunidad de realizar nuevas experiencias (sensaciones, emociones, pensamientos, acciones) y, por tanto, de adquirir nuevos aprendizajes..... ¿No es esta la mejor manera de enriquecer el presente?
Hombre: ¿Quieres decir que lo que hemos o no hemos hecho no tiene ninguna importancia?
Aquello: Quiero decir que el pasado no se puede cambiar: Puedes cambiar tu presente; puedes trasladar al presente todos los aprendizajes del pasado, pero no puedes trasladar el pasado..... Puedes realizar en el presente todo aquello que ahora piensas que te habría ido bien hacer en el pasado, pero nada de eso cambiará el pasado, porque no existe.....
Hombre: Creo que no has contestado mi pregunta: ¿Quieres decir que lo que hemos o no hemos hecho no tiene ninguna importancia?
Aquello: Quiero decir que tiene la importancia que tú le des..... Te guste o te arrepientas de tu pasado, no lo puedes cambiar..... Puedes cambiar el presente, puedes intentar evitar que se den circunstancias parecidas a las del pasado, y eso incidirá sobre el presente de otras personas, pero sólo hasta donde esas personas quieran ser incididas..... porque el presente es un tiempo individual que crece, o se desarrolla, dentro de la colectividad.
Hombre: Esa última frase.....
Aquello: Sí, esta última frase todavía la tengo que pulir un poco..... es que me ha salido así..... son las cosas del presente: ¡Siempre es en directo!
A ver, en tu caso concreto, por ejemplo: Tú querías volver a ver al perro para preguntarle por qué te había dicho que marcharas, ¿no? Pues bien, lo que el perro te contestase tendría la importancia que tú le quisieras dar, porque en realidad no fueron las palabras ni las intenciones o motivos del perro lo que afectó a tu presente sino tu decisión de marchar..... independientemente de lo que dijo el perro, tú te fuiste y eso tuvo unas consecuencias. Si te hubieses quedado – sin cambiar ni una sola palabra de las que dijo el perro – tu presente habría sido diferente.
Ahora bien, si hubieses vuelto a ver al perro, le hubieses preguntado y él te hubiese contestado: ¿eso habría cambiado tu pasado?..... ¡No! La respuesta no habría hecho otra cosa que, quizás, cambiar tu estado de ánimo presente, dependiendo de sus razones te pondrías más contento o más triste, pero eso no cambiaría el hecho de que te fuiste.
Hombre: El pasado ha pasado..... haga lo que haga o diga lo diga, no se puede cambiar. Así pues, lo único que puedo hacer es pensar si me gusta mi presente o si quiero hacer algún cambio.....
Al decir estas palabras se dio cuenta que estaba en la sala de las puertas, sentado en el suelo con las piernas cruzadas.

LA TERCERA PUERTA
Mientras miraba las puertas se preguntaba si había vuelto al presente o si, por el contrario, nunca se había movido..... Intentó recordar..... Recordó que se había levantado y había caminado hasta la puerta, la había abierto y la había cruzado..... pero no recordaba haber vuelto..... Recordaba como había marchado, pero no como había vuelto.....
Intentaba recordar cuando sintió ruido, giró la cabeza y vio como se abría la puerta número 8: salió una mujer y se dirigió con decisión hacia la puerta 9..... Ni siquiera se dio cuenta que había alguien en la habitación:
Hombre: ¡Ey! ¡Hola!
Mujer: ¡Hola!..... No me había dado cuenta que estabas aquí, ¿eres nuevo?
Hombre: Más o menos..... pero ya he cruzado dos puertas.
Mujer: ¿y has conseguido salir de las dos?..... ¡Qué bien! ¡Felicidades!
Hombre: ¿Qué quieres decir con eso?..... ¿Qué a veces no se puede salir?
Mujer: Hombre, eso va como va..... ¡Depende de tantas cosas!
Hombre: ¿De qué cosas?

Bueno, supongo que ya habéis imaginado que la mujer le contestará el próximo lunes, ¿no?

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