Mientras
miraba las puertas se preguntaba si había vuelto al presente o si, por el
contrario, nunca se había movido..... Intentó recordar..... Recordó que se
había levantado y había caminado hasta la puerta, la había abierto y la había
cruzado..... pero no recordaba haber vuelto..... Recordaba como había marchado,
pero no como había vuelto.....
Intentaba
recordar cuando sintió ruido, giró la cabeza y vio como se abría la puerta
número 8: salió una mujer y se dirigió con decisión hacia la puerta 9..... Ni
siquiera se dio cuenta que había alguien en la habitación:
Hombre: ¡Ey!
¡Hola!
Mujer:
¡Hola!..... No me había dado cuenta que estabas aquí, ¿eres nuevo?
Hombre: Más o
menos..... pero ya he cruzado dos puertas.
Mujer: ¿y has
conseguido salir de las dos?..... ¡Qué bien! ¡Felicidades!
Hombre: ¿Qué
quieres decir con eso?..... ¿Qué a veces no se puede salir?
Mujer: Hombre,
eso va como va..... ¡Depende de tantas cosas!
Hombre: ¿De qué
cosas?
Mujer: Pues,
no sé..... del deseo de salir, de la fuerza de voluntad, de las ganas de
aprender, de lo que buscas, de lo que encuentras..... no sé, depende de uno
mismo.....
Hombre: ¿Tú has
cruzado muchas puertas?
Mujer: Ahora
iba a cruzar la última.
Hombre: ¡Ah!
¡Vaya!..... ¿Te puedo hacer una pregunta?
Mujer:
¡Claro!..... Tienes todo el derecho a preguntar y yo, si no quiero contestar,
tengo todo el derecho a no contestar..... eso dependerá de la pregunta que me hagas.
Hombre: ¿Cómo
llegaste al laberinto?
Mujer: Me
contrataron como mujer de la limpieza.
Hombre: ¿Como
mujer de la limpieza?
Mujer: Sí, me
contrataron un par de horas al día para limpiar esta sala..... Un día sentí
curiosidad y entré por la puerta número 1..... Me gustó y decidí que cada día,
después de limpiar la sala, entraría por una.
Hombre: ¿Has
cruzado las puertas por orden?
Mujer: Sí.
Hombre: ¿Por
qué?
Mujer: Porque
tomé esa decisión.
Hombre: Ya,
pero ¿por qué?
Mujer: Tenía
mis motivos.....
Hombre:
Perdona, no te quería incomodar.....
Mujer:
Tranquilo, no pasa nada, ya te había dicho que si no quería no te
contestaría..... Quizás te contestaré algún día, o quizás no..... En realidad
te debería dar las gracias porque, de vez en cuando, me gusta comprobar que
puedo decir NO sin que eso suponga un mal rollo con la otra persona.
Hombre: Sí.....
a veces es muy complicado eso de las preguntas y las respuestas.....
Mujer: Sí,
algunos temas son difíciles de tocar..... No sé, en realidad pienso que hay
preguntas que no se tendrían que hacer..... es una cuestión de confianza y
respeto hacia la otra persona.
Hombre:
¿Confianza y respeto?
Mujer: Sí, es
importante respetar la intimidad de la otra persona, quiero decir, debemos
respetar todo aquello que la otra persona piensa que es su intimidad.
Hombre: ¿Y la
confianza?
Mujer: A
ver..... a lo largo de una relación, muy a menudo nos preguntamos si confiamos
en la otra persona, pero pocas veces nos preguntamos si la otra persona confía
en nosotros..... Creo que cuando una persona nos quiere explicar algo siempre
encuentra el momento y la manera de hacerlo (si hay respeto y confianza).....
pero si no te lo quiere explicar y le preguntas puede, o bien, decirte que no
quiere responder – lo cual quiere decir que siente que tú le tienes confianza y
respeto, porque sabe que ese NO no afectará negativamente a vuestra relación –
o bien, te dirá una mentira, lo cual demuestra que no hay confianza ni respeto,
porque una mentira no es otra cosa que una reacción de miedo..... normalmente
miedo a la reacción del otro.
Hombre: Las reacciones.....
¡Son tan imprevisibles!
Mujer: Sí que
son imprevisibles..... Pero a veces la imprevisión nos puede sorprender de una
manera muy agradable, lo que pasa que en esta clase de sorpresa no pensamos muy
a menudo..... Ahora, me tendrás que perdonar, pero tengo que marchar, porque
hoy quería cruzar la última puerta.
Hombre: Bueno,
pues que te vaya bien.
Mujer:
¿Quieres venir conmigo? Cruzaré la puerta 9.
El hombre
miró la puerta y aceptó.
Al cruzar
la puerta la mujer dijo: “Vaya, que playa
más bonita”. El hombre la miró confundido:
Hombre:
¿Playa?..... Pero si es una ciudad, llena de gente y coches.
Mujer: ¿Una
ciudad? ¿Es bonita?
Hombre:
.....Todavía no lo sé..... pero ¿cómo puede ser?
Mujer: ¿El perro
no te explicó lo que le dijo la bruja sobre lo que hay detrás de las puertas?
Hombre: Sí.....
“Lo que hay detrás de la puerta es
diferente para cada persona”..... Pero pensaba que si íbamos juntos.....
Mujer: El
hecho de ir juntos no implica que podamos ver, o disfrutar, las mismas cosas.
Podemos ir juntos, pero cada uno es cada uno..... ¡Por suerte!..... La realidad
puede ser muy diferente para ti o para mí..... pero, aunque fuese la misma,
quiero decir, que fuesen muy parecidas, es posible que tú disfrutases de unas
cosas y yo de otras.
Hombre: ¿Por
ejemplo?
Mujer: A
ver..... si, por ejemplo, los dos estuviésemos en la playa, quizás tú
disfrutarías tomando el sol y yo disfrutaría bañándome. Los dos disfrutaríamos
del hecho de estar en la playa, pero por motivos diferentes..... Claro que,
además de disfrutar de cosas diferentes, lo cierto es que también podríamos
disfrutar de la compañía de la otra persona y, eso por si solo, ya puede llegar
a ser muy agradable.
Hombre: Gracias
por la explicación..... Oye una cosa..... ¿Cómo sabes que conozco al perro?
Mujer: Porque
me lo he encontrado en la puerta número 8.
Hombre: ¿Y te
ha hablado de mí?
Mujer: Me ha
hablado de muchas cosas y de mucha gente.
Hombre: Y como
sabes que yo.....
Mujer: No te
comas tanto el coco, hombre. ¡Qué importa lo que me ha dicho!..... Ahora me voy
a bañar, si quieres nos encontramos después en el restaurante que hay al final
de la playa..... bueno, de la calle.
La mujer
se quitó los zapatos y cruzó la calle, después se sumergió en unos edificios y
empezó a nadar.....
El hombre
la miró durante unos segundos..... Sonrió al verle el cabello mojado..... Pensó
que era una mujer muy guapa y volvió a sonreír.
Paseaba
por la ciudad sin prestar demasiada atención a nada. “¿Era verdad que la mujer veía una playa?..... ¿Estaba nadando
realmente?..... Pero el cabello sí que lo tenía mojado..... ¡Era todo tan
extraño!
Iba a
cruzar hacia la otra acera cuando notó que alguien le cogía por el brazo
mientras gritaba: “Ey, ¿qué no ha visto
la señal de peligro? ¡Esta zona es para las embarcaciones, está prohibida la
entrada a los bañistas!
Miró a su
alrededor: Ninguna embarcación, ninguna playa..... Estaba en la entrada de un
parking, en la rampa de acceso para coches.
Cansado y
desorientado (física, psíquica y emocionalmente) pensó que lo mejor sería ir
hacia el restaurante.
Diferentes realidades... Las mismas zonas de peligro,
pero cada uno viviéndolas desde su realidad (para él coches, para la mujer y
para el hombre que le gritaba, embarcaciones)..... ¿Diferentes realidades en un
mismo espacio y tiempo?..... ¿O quizás era una ciudad sumergida? ¿Cuando te
tocas dentro del agua ¿puedes notar si estás mojado?
Cuando
encontró el restaurante se dio cuenta que justo al lado estaba la puerta del
laberinto.
Miró las
dos puertas. Recordó las palabras de la bruja: “Lo que hay detrás de cada puerta es diferente para cada persona..... y
es diferente en cada momento”.
Recordó
las palabras de la mujer: “¿y has
conseguido salir de todas las puertas?
Pensó: “¿Qué debo hacer: Volver al laberinto o ir
al restaurante y reencontrarme con aquella mujer?
Volvió a
recordar las palabras de la bruja y la pregunta de la mujer.
Volvió a
pensar: “Si cruzo la puerta del laberinto
quizás no volveré a ver a la mujer pero, si voy al restaurante, quizás después
no encuentre la puerta del laberinto..... ¿Qué debo hacer?”
Estaba
indeciso, se repetía la misma pregunta una y otra vez: “¿Qué debo hacer?..... Se hizo tantas veces la misma pregunta que
cuando se dio cuenta habían desaparecido las dos puertas.....
Sí, una
vez más, había olvidado aquella pregunta tan simple: ¿Qué me gustaría hacer ahora?
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