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jueves, 30 de enero de 2014

La sexta puerta

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Salió de la puerta número 1 y entró por la número 5.
Miró a su alrededor y se estremeció al comprobar que no había nada..... estaba rodeado de nada.
De pronto notó una presencia..... Había algo, en medio la nada, había alguna cosa..... se giró y lo vio..... aquello le era extremadamente familiar.....
Sí, era demasiado familiar, sorprendido y extrañado preguntó:
Hombre: ¿Dónde estoy?
Aquello: ¿Dónde crees que estás?..... ¿A dónde querías ir?
Hombre: Quería ir a ver a carla y a su abuelo..... pero esto no es la casa.
Aquello: Quizás sí, quizás no..... al fin y al cabo, querías ir al pasado..... y es donde has llegado.
Hombre: Yo no quería ir al pasado, había quedado con ellos para cenar..... ¡Me parece que has metido la pata!
Aquello: ¡Ah! Perdona, es que estoy poco fino..... esto no es el pasado, quería decir que es el futuro..... pero el futuro tampoco existe.
Hombre: Ya sé que el futuro no existe..... existirá, pero no existe..... Pero, en este momento, eso no  tiene ninguna importancia, el caso es que son las nueve, la hora de cenar, y yo había quedado con ellos exactamente para cenar, por tanto, quería ir al presente: ¡¡Ni al pasado ni al futuro!!
Aquello: Bien..... así..... quiero decir..... que lo que tienes que hacer es..... recordar las palabras de la bruja..... Sí, ¡eso es! recordar las palabras que la bruja le dijo al perro.
Hombre: ¿Cuáles, exactamente?
Aquello: A ver.....
Hombre: ¡Ah! Ahora caigo – dijo el hombre con una sonrisa irónica – “Las señales las encuentras si las buscas”.
Aquello: ¿Las señales las encuentras si las buscas?..... ¿Por qué crees que son estas las palabras que tienes que recordar?
Hombre: Porque tengo la sensación que esto que ha pasado es una señal – o un indicio – de que las brujas también se equivocan.
Aquello: Pues, no sé.....
Hombre: Bien, ahora saldré y volveré a entrar..... espero que en el segundo intento todo esté bien.
Al cruzar la puerta por segunda vez sintió la voz de Carla:
Carla: ¡Hola!
Hombre: Hola Carla, ¿cómo estás?
Carla: Muy bien. Hoy hemos hecho un plato especial.
Hombre: ¿Ah, sí? ¿Qué habéis hecho?
Carla: Garbanzos, ¿te gustan?
Hombre: ¡mmmm! ¡Me encantan!
Carla: Al abuelo y a mí también..... y a mi padre..... mañana le llevaremos unos cuantos, si nos quieres acompañar.....
Hombre: ¿A tu padre?
Carla: Sí, no vive con nosotros..... pero le gustan mucho los garbanzos.
Cenaron. Fue una cena muy agradable. Después el hombre se fue a la sala de las puertas, se encontró con la mujer de la limpieza y hablaron:
Mujer: ¿Cómo llegaste al laberinto?
Hombre: No lo sé.
Mujer: ¿No lo sabes?
Hombre: No.....
Mujer: ¿Conoces a la bruja?
Hombre: No.
Mujer: ¡Caray! ¡Qué divertido!
Hombre: ¿Qué es divertido?
Mujer: No sé..... que estés aquí sin saber cómo has llegado y sin conocer a la bruja.
Hombre: ¿Qué quieres que te diga?..... a mí, más que divertido, me parece extraño..... Me gusta, pero lo encuentro extraño..... Al principio me daba un poco de miedo..... ¿Crees que puedo tener problemas por el hecho de no saber cómo he llegado?
Mujer: ¿Problemas?
Hombre: Quiero decir que, si no sé cómo he llegado..... quizás no sepa cómo marchar.....
Mujer: Recuerda que “El tiempo que pases dentro del laberinto depende de ti mismo”.
Hombre: Es verdad, gracias por recordármelo..... Ahora creo que necesito descansar unas horas, ¡buenas noches!
Mujer: ¡Buenas noches!
Durmió. Al despertar tenía la sensación de haberlo hecho durante horas, pensó: “Si estuviera en casa el sol entraría por las rendijas de la persiana”..... Pensó en su casa..... pensó en el sol..... pensó en el mar..... hacía tiempo que no veía el mar, lo echaba de menos..... la mujer había visto el mar detrás de la puerta número 9, pero él no, él había vito una ciudad.....
Pensaba en el mar cuando escuchó la voz de Carla:
Carla: ¡Tengo muchas ganas de ver a papá!
Abuelo: Ya lo sé, pero no corras que no te puedo seguir.
La niña miró al hombre y preguntó:
Carla: ¿Ya has decidido si vendrás con nosotros?..... Creo que mi padre te gustará.
Hombre: La verdad es que no he pensado.....
Abuelo: Pues tendrá que pensar rápido, ¡porque Carla tiene mucha prisa!
Carla: Es que cuando la bruja me dijo que papá estaba en la puerta número 8, me puse muy contenta..... ¡Me gusta esa puerta!
El hombre miró la puerta número 8. Le pareció que alguien silbaba detrás de aquella puerta..... Carla corrió hacia el silbido: “¡Es papá! Corre abuelo, que le tenemos que dar los garbanzos.
¡Sí!, detrás de la puerta número 8 estaba el silbador..... o el hombre lobo..... Carla corrió a abrazarlo y darle un beso:
Silbador: Te he echado mucho de menos.....
Carla: Yo a ti también..... Hemos traído garbanzos.
Silbador: ¡Umm! ¡Qué bien!..... ¡Hola padre!
Abuelo: ¡Hola hijo!..... Tienes muy buena cara.
Silbador: Sí, me encuentro bien..... Tenía muchas ganas de veros – y mirando al hombre, añadió – ¡Hola!, otra vez.
Hombre: ¡Hola!..... Realmente, ha sido una sorpresa saber que eres el padre de Carla.
Pasaron el día juntos. Al atardecer el silbador marchó. El hombre, el abuelo y Carla se sentaron a mirar la luna..... ¡La luna llena!
Entrada la noche, un lobo se unió al grupo..... Carla lo acarició, el hombre se apartó hacia un lado..... La niña sonrió y dijo:
Carla: No debes tener miedo, los lobos sólo atacan cuando tienen hambre..... ¡y éste ha comido muchos garbanzos!
Hombre: Cuando tienen hambre..... o cuando los molestan.
Carla: No es exactamente cuando los molestan..... es cuando se sienten amenazados..... cuando alguien quiere hacer daño a su familia..... bueno, a su manada: su familia, sus amigos..... Lo que pasa es que papá se equivoca a menudo cuando dice esta frase, ¿verdad, papá?
El lobo puso la cabeza sobre las piernas de la niña y se dejó acariciar.
Por la mañana, cuando el hombre abrió los ojos, se dio cuenta que el silbador había vuelto:
Hombre: ¡Buenos días!..... Veo que todavía silbas.
Silbador: Sí, ya te había dicho que me gustaba silbar.
Hombre: Sí..... pero me ha parecido que la música era diferente.....
Silbador: Porque ahora silbo porque me gusta..... no quiero amansar al hombre.....
Hombre: Me gustó mucho la música de ayer.
Silbador: Sí..... cuando estoy con Carla mi música es diferente, más viva, más yo..... y si, además, aparece con mi padre y un buen amigo, como esta vez, este efecto todavía es más fuerte.

El hombre sonrió..... ¡Un amigo!.....

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