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lunes, 27 de enero de 2014

La cuarta puerta

Al ver a la mujer sonrió..... después rió, fuerte, muy fuerte, quería que cada célula de su cuerpo se diera cuenta de que estaba riendo.
Al oír la risa, la mujer dejó la escoba y fue a darle un beso..... Lo miró sonriendo y dijo: “Estoy contenta de verte, ¡me gusta que hayas vuelto!”
Se sentaron en el suelo y hablaron:
Hombre: ¿Cómo conseguiste este trabajo?
Mujer: Puse un anuncio en el periódico, un par de días más tarde la bruja vino a verme.
Hombre: ¿Y te dijo que era una bruja?
Mujer: Sí.
Hombre: Y así y todo ¿aceptaste el trabajo?
Mujer: Me era igual qué o quién fuera..... ¡necesitaba el trabajo!
Mientras hablaban las puertas se abrían y se cerraban. Había personas que entraban y personas que salían. Saludaban. Algunos se sentaban en el suelo y miraban las puertas, otros hablaban entre ellos, o comían, o dormían..... Una niña, de unos doce años, cruzó la sala y entró por la puerta número 5, justo en el umbral de la puerta le cayó algo del bolsillo, no se dio cuenta, así que el hombre se levantó y fue hacia la puerta, cogió el objeto del suelo y vio que era un clip del cabello..... La llamó: “¡Ey! Que te ha caído un clip!”. La niña no lo oyó y siguió hacia delante.
La mujer dijo: “Se llama Carla”. Entonces la siguió: “Carla, que te ha caído un clip”. La niña se giró:
Carla: ¡Gracias!
Hombre: De nada. ¿Qué haces en el laberinto?
Carla: ¿Qué haces tú?
Hombre: Yo he preguntado primero.
Carla: Ya lo sé que has preguntado primero..... ¿y?
Hombre: No sé.....
Se miran.
Carla: ¿Qué haces en el laberinto?
Hombre: ¿Qué haces tú?
Carla: Tú has preguntado primero.
Hombre: Sí, primero yo he preguntado primero y, después, tú has preguntado primero.....
Carla: Muy bien, así si alguien quiere contestar que conteste y si no que no conteste nadie..... ¿vale?
Hombre: Vale.
Detrás de la puerta número 5 había una casa: Para el hombre había una casa..... para la niña también:
Carla: ¡Bienvenido a mi casa!
Hombre: ¡Gracias! ¿Tú vives aquí?
Carla: Sí.
Hombre: ¿Dónde está tu familia?
Carla: ¿Quieres decir, mi abuelo?
Hombre: No lo sé..... ¿Vives con tu abuelo?
Carla: Creo que sí.
Hombre: ¿Crees?.....
Carla: Bueno, vivimos en la misma casa..... pero hace tiempo que no lo veo.
Hombre: Pero esta casa no es demasiado grande..... más bien, es muy pequeña.
Carla: Es muy pequeña y muy pobre..... es tan pobre que ni siquiera entran los ratones..... porque no hay nada para comer.
Hombre: ¿Ratones?
Carla: Sí, mi abuelo siempre lo decía..... Pero un día, cuando yo tenía cuatro años, a un vecino que tenía seis se le cayó un diente, lo dejó debajo de la almohada y un ratoncito se lo llevó y, a cambio, le dejó dos chocolatinas y un cepillo de dientes. Entonces supe que existía un ratoncito que no iba a las casas a comer, sino a dejar cosas..... Éramos pobres, hacía dos días que sólo comíamos pan duro..... Yo pensé que le podía dar una sorpresa al abuelo..... y que él se pondría muy contento..... pero no fue así.
Hombre: ¿Cuál era la sorpresa?
Carla: Pensé que si ponía debajo de la almohada la dentadura postiza de mi abuelo el ratoncito nos traería muchas cosas..... Una noche, mientras él dormía, cogí la dentadura y la puse debajo de la almohada..... Por la mañana había muchos regalos..... pero no estaba la dentadura y el abuelo se enfadó..... me regañó.
Hombre: Pero no lo entiendo..... eso del ratoncito.....
Carla: Sí, ya sé que el ratoncito no existe, pero entonces no lo sabía..... Mi abuelo estuvo mucho tiempo sin sus dientes..... Yo sufría cada vez que lo veía comer así..... aunque él no volvió a hablar del tema..... parecía que lo había olvidado..... Un día abrí un cajón y encontré la dentadura..... me enfadé mucho con el abuelo..... me riñó por una cosa que no había pasado, el ratoncito no se había llevado su dentadura..... ¡Me enfadé mucho! Había sufrido día tras día.....
Hombre: ¿Qué te dijo tu abuelo?
Carla: ¿Que qué me dijo?..... Me preguntó que por qué no le había dicho que sufría..... Me cogió la mano – siempre me cogía la mano cuando teníamos que tratar un tema importante – pero yo la quité y le dije que no quería volver a verlo..... ¡Estaba muy enfadada!
Hombre: ¿Y no dejaste que te explicara sus motivos?
Carla: ¿Motivos? ¿Qué motivos podía tener para hacer una cosa así?
Hombre: No sé..... Es posible que no quisiera romper tu mundo infantil..... la magia de tu mundo: ¡Eras muy pequeña para perder las ilusiones!
Carla: ¿Quieres decir que para él era más importante mi felicidad que su dentadura?
Hombre: Seguramente.....
Carla: ¿Por qué?
Hombre: No estoy demasiado seguro..... pero, quizás, porque el único compromiso que realmente es para toda la vida son los hijos..... te guste o no lo que hacen, tienes que estar..... quiero decir, quieres estar..... te necesiten o no.
Carla: Pero yo no soy hija suya.
Hombre: No sé qué les ha pasado a tus padres pero, por lo que me has explicado, me ha parecido que sólo vives con él, ¿no?
Carla: Sí.
Hombre: Así en algún momento, él te aceptó como hija, aceptó el compromiso.....
Carla: ¿Para toda la vida?..... Supongo que es por eso que, aunque no lo veo, me sigue cuidando: La mesa preparada, el fuego encendido, los cuentos cerca de la cama.....
La niña cogió el clip y se lo puso: “Este clip me lo trajo el ratoncito..... El abuelo siempre quería que me lo pusiera a la hora de comer o de leer, porque con el flequillo en los ojos no se pueden hacer bien estas cosas..... ¡Y porque con él estaba muy guapa!.....”
Se miró al espejo, se colocó bien el clip y dijo:
Carla: Abuelo, es hora de cenar.
Abuelo: Pues va, pon la mesa – y mirando al hombre dijo - ¿Usted se queda a cenar?
Hombre: No, gracias, creo que ahora debo..... quiero marchar..... ya vendré otro día.
Carla: ¿Mañana?
Hombre: ¡Perfecto! Hasta mañana, pues.
Antes de cruzar la puerta escuchó:
Abuelo: Carla, ¡estás muy guapa con ese clip!
Carla: ¡Gracias! Tú también estás muy guapo con tus dientes.
Abuelo: ¡Gracias! ¡Buen provecho!

Cuando llegó a la sala no había nadie, así que aprovechó para dormir un ratito..... ¡Se encontraba bien! Había marchado de la casa porque quería marchar y, al día siguiente, volvería porque quería volver.

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