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miércoles, 16 de marzo de 2011

El laberinto (15)

LA NOVENA PUERTA
(la número 7, la última..... la puerta abierta)
Sentado en el suelo con las piernas cruzadas miraba la puerta número 7.....
Un gato entró en la sala, miró las puertas durante unos segundos..... después cruzó la puerta abierta.
Desaparecida la cola del gato, el hombre recordó las palabras del perro: “.....pero como perro me sentía más atraído por la puerta número 7, porque ya estaba abierta”.
Pensó en el primer día, en la primera vez que vio aquella sala..... recordaba que había mirado detrás de la puerta número 7: ¿Qué había visto?
Intentaba recordar: ¿Qué había visto detrás de la puerta número 7?..... Se levantó y camino despacio hacia ella, la tocó con los dedos y – de la misma manera que el primer día – notó la suavidad del esmalte, la temperatura tibia de la madera, el rítmico y acelerado latido de su propio corazón, el empuje del deseo y la precaución del miedo.....
Estaba a punto de cruzar el umbral de la puerta..... pero paró en seco. Pensó: “Si cruzo la puerta intentando recordar qué había visto detrás de ella el primer día, es casi seguro que me volveré a encontrar en el pasado.....”
Volvió a sentarse en el suelo con las piernas cruzadas, miró la puerta y dijo:
“Apelo a mi derecho de enmienda,
es decir, a mi derecho a vivir el presente.
“Apelo a las palabras de la bruja (lo que hay detrás de la puerta es diferente para cada persona),
es decir: Soy yo, bajo mi responsabilidad, quien cruzará la puerta.
“Apelo, nuevamente, a las palabras de la bruja (.....y es diferente en cada momento),
es decir: Quiero encontrar aquello que hay ahora, no aquello que había cuando llegué ni aquello que habrá mañana”.
Al decir estas palabras escuchó una ovación..... No había nadie, pero notó un aroma a jabón muy familiar..... Se levantó, simuló una especie de reverencia y dijo: “Gracias, señor de las pompas”.
Fue hacia la puerta, la miró, cruzó el umbral..... y se sorprendió.....
Ahora os toca recordar las palabras que dije en la introducción del laberinto: “Con Julio conocí el laberinto... pero todo es un poco confuso y, dentro de esta confusión, no podría asegurar si en el laberinto entró Julio, Casper..... o yo.”
El caso es que – seguramente – esta fue la fase más confusa..... Quizás por lo que encontró..... quizás por lo que dudó..... quizás por el empuje del deseo..... quizás por la precaución del miedo..... quizás porque necesitaba tiempo.....
Lucharé contra la confusión, sonreiré con los recuerdos y, posiblemente, mañana podré revelar lo que el hombre (Julio, Casper o yo) encontró detrás de la puerta abierta.
¡Qué paséis un buen día!

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