Etiquetas

sábado, 26 de marzo de 2011

El desenlace del desenlace (C)

Érase una vez, en un pueblo muy pequeño escondido entre las estrellas, un señor que coleccionaba el desenlace de los desenlaces de los cuentos, es decir, era un señor que sabía qué pasaba después del FIN.
Podríamos decir que aquel señor era una especie de sabio del más allá (más allá del “Fueron felices y comieron perdices”).....
Durante sus primeros años de coleccionista, no le importaba que le llamasen sabio, porque podía hablar del tema con total seguridad..... De hecho, no conocía a ninguna persona que supiera más que él.
En uno de sus viajes conoció a una familia catalana y, conviviendo con ellos, aprendió catalán.
Con el conocimiento del nuevo idioma, se dio cuenta que no podía ser un sabio, porque no entendía por qué en catalán sabio y sabiduría se escribían con “v” (savi i saviesa), aunque saber se escribía con “b” (saber).
Pensaba que, quizás, en el mundo de debajo de las estrellas había alguien que sabía la respuesta..... quizás era una cosa que todo el mundo sabía..... pero él no lo sabía..... sabía muchas cosas, pero no sabía eso..... Simplemente estaba convencido de que él no podía ser un sabio: Podía ser un sabetodolosdesenlacesdelosdesenlaces, pero no un sabio.
A las otras siete personas que vivían en el pueblo, eso no les preocupaba..... no sabían escribir.
A las cuatro cabras que vivían en el pueblo, les era totalmente indiferente..... no sabían leer.
Los veintitrés jilgueros que anidaban en los diecinueve árboles del pueblo no habían oído hablar nunca del la “b” o la “v” (no habían gaviotas, no comían butifarra y tampoco entendían el valenciano).
Así, siendo consciente de que no encontraría a nadie para discutir esa cuestión, decidió no darle más vueltas..... ¡Fue feliz y comió perdiz!
FIN

.....¿No le dio más vueltas?
.....Unos años más tarde tuvo un hijo: “Le pondré Sabi”, pensó, y su esposa estuvo de acuerdo..... y le pusieron Sabi.
El señor, la única persona del pueblo que sabía leer y escribir, lo inscribió directamente en el registro civil: Sabi Gálvez Hernández.
Pasaron unos años:
Sabi: Papá, explícame el desenlace del desenlace de Blancanieves.
Señor: Después de la boda, Blancanieves y el príncipe se quedaron solos en el dormitorio. El príncipe estaba contento, penaba que una mujer que había vivido en el bosque con siete hombres (bajitos, pero hombres al fin y al cabo) debía saber mucho de.....
Sabi: ¿Debía saber mucho de qué?
Señor: De..... de..... ¡de cocinar!..... Ahora es muy tarde, Sabi, duérmete y ya te lo explicaré otro día.....
Sabi: ¡Buenas noches, papá!
Señor: ¡Buenas noches, Sabi, que duermas bien!

No hay comentarios:

Publicar un comentario