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lunes, 5 de diciembre de 2011

Disco duro

Hoy es uno de esos días en los que todo lo que te pasa es absurdo, casi surrealista. Uno de esos días en los que tienes la sensación de estar dentro de una especie de niebla que te impide tocar la realidad.
Me he sonreído a mí misma en varias ocasiones... pero no porque la situación fuera graciosa o divertida – en realidad era bastante dramática, tipo Oliver Twist – sino porque sonreír es mi manera de plantarle cara a la adversidad (es un poco como aquello de que “El andaluz cuando canta: o está contento o el mal espanta”).
En un momento dado, me he acordado que tenía algo real que hacer, así que he salido de la niebla y, como suele pasar en estos casos, he caído de bruces en la realidad..... ¿o es que no había salido de la niebla?
Bueno, es igual. El caso es que me han dicho que para el trabajo que quiero hacer es importante que tenga un disco duro externo para trasladar archivos de un lado a otro sin problemas de almacenamiento.
Y ahí estaba yo, buscando una tienda de informática para preguntar precios y esas cosas.
Pues bien, he entrado en cinco (5!!) tiendas diferentes y en todas me han dicho exactamente lo mismo: “No, en este momento no tenemos ninguno, porque con todo lo que ha pasado en Japón los precios se han duplicado o triplicado, pero de aquí a cuatro o cinco meses volverán a bajar.” En tres de los establecimientos han añadido la coletilla: “Pero si igualmente lo quieres, te lo pedimos”. En los otros dos la coletilla era: “Si quieres miramos el precio, lo pagas y después te lo traemos”.
¡Qué gracioso! Ellos no se fían de que yo lo pida y después no vaya a buscarlo, pero yo me tengo que fiar de que ellos me lo traerán..... pero si no hay producción a lo mejor no hay producto ¿no?, y la verdad es que, bien mirado, ellos no perderían nada, simplemente se quedarían con un disco duro en stock que dentro de unos meses tendrían que vender a mitad de precio, es decir, al precio que lo tenían que vender cuando lo compraron.
Lo cierto es que a la conclusión del párrafo anterior llegué después de comer, en ese cuarto de hora en el que no sabes si echarte una siesta, quedarte sentado en la mesa o ponerte a trabajar. Hasta ese momento pensaba que las fábricas de discos duros japonesas – que lo habían perdido todo en marzo del 2011 – tenían derecho a subir el precio de los productos para renacer entre los escombros de la catástrofe..... ¡Ey! Para el carro, Mar, que no es eso. Con el terremoto y el tsunami, a parte del edificio de la fábrica y los robots de la cadena de producción, también se perdieron los productos que tenían en stock..... Vaya, que los que intentan enriquecerse y tomarnos el pelo con la subida de los precios no son las víctimas que necesitan resurgir sino los “piiiii” que tenían un buen número de artículos en stock y que ahora se aprovechan de la “no-producción” que conlleva una catástrofe de tal magnitud.
En fin, espero que en los próximos meses sean (o seamos) muy pocos los que tengan necesidad de comprar urgentemente un disco duro, porque así no tendrán más remedio que venderlos al precio que lo tenían que vender.
¡Va, negociantes sin escrúpulos, que todos estamos en crisis!

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