Lo
despertó la melodía de alguien que silbaba. Se encontraba bien. Abrió los ojos
pero no vio a nadie..... los volvió a cerrar: ¡Se encontraba bien!
Se
permitió unos minutos de no hacer nada. Quería cruzar otra puerta, tenía ese
deseo..... pero se encontraba bien, no tenía necesidad de correr, así que se
permitió unos minutos más de inactividad.
Alguien
seguía silbando, era agradable. Finalmente abrió los ojos y se sentó. Escuchó
con atención para saber de donde provenía aquel sonido..... Lo sentía tan
claramente que parecía que saliese de él mismo..... Cerró los ojos, se
concentró en el silbido y le pareció que provenía de detrás de la puerta número
1.
Se
dirigió hacia la puerta, la abrió y, al cruzarla, sintió un aire suave. Vio a
un hombre que silbaba y fue hacia él:
Hombre: ¿Es
tuya esa música?
Silbador: Es de
quien la quiera escuchar.
El
silbador siguió silbando. El hombre caminó por la montaña..... Se alejó mucho
de aquel lugar y, aun así, seguía oyendo la música..... parecía que le saliera
de dentro.
Al
atardecer volvió. El silbador seguía silbando, entonces le preguntó:
Hombre:
¿Siempre silbas?
Silbador: Sí, me
gusta hacerlo..... y, además, me va bien.
Hombre: ¿Por
qué te va bien?
Silbador: Porque
la música amansa a las fieras.
Hombre: No he
visto animales salvajes.....
Silbador: Yo
tampoco..... no tengo intención de amansar animales salvajes.
Hombre: Y
entonces..... ¿Por qué silbas?
Silbador: Porque
soy un hombre lobo.
Hombre: Un
hombre lobo..... Así, quieres amansar al lobo.
Silbador: No,
quiero amansar al hombre.
Hombre: ¿Al
hombre?
Silbador: Sí, los
lobos no son peligrosos..... Sólo atacan cuando tienen hambre..... o cuando los
molestan.....
Estuvieron
un largo rato sin hablar. El silbador silbaba. Para el hombre era agradable
aquella combinación de noche y música..... ¡Se sentía bien!
El
silbador miró al hombre y dijo:
Silbador: Mañana
será luna llena.
Hombre: Así,
mañana por la noche te convertirás en lobo, ¿no?
Silbador: Sí.....
¿Crees que te daré miedo?
Hombre: .....No
lo sé..... ¿Me tendría que dar miedo?
Silbador: No lo
sé..... eso depende de los cuentos que te hayan explicado.
Hombre: ¿De los
cuentos que me hayan explicado?
Silbador: Sí,
porque en los cuentos el lobo casi siempre es malvado..... Yo mismo tuve miedo
de mi lobo durante mucho tiempo..... Pero un día alguien me explicó un cuento.....
un cuento, el final del cual, decía así:
“.....i entonces apareció un lobo..... Pero no era un lobo de verdad, no
era uno de aquellos lobos que corren por la montaña con porte elegante y mirada
penetrante..... No, no era uno de esos lobos: Era un lobo de cuento, uno de
aquellos lobos que se comen todo lo que encuentran..... Era el lobo más malvado
de todos los cuentos..... Era un lobo que, incluso, se comió el cuento en el
que vivía..... se lo comió sin darse cuenta que si no había cuento, no había lobo.....”
Este final me hizo pensar en mí.....
Mi lobo no es un lobo de cuento, es un lobo de verdad: ¡A mí me gusta mi lobo!
Hombre: Que te
guste tu lobo está bien pero ¿por qué quieres amansar al hombre?
Silbador: Porque
cuando el hombre hace algo que socialmente está considerado incorrecto, todo el
mundo le echa las culpas al lobo..... y quieren acabar con él..... pero a mí me
gusta mi lobo..... ¡Me gusta ser un lobo!
Hombre: Así,
¿no te gusta tu hombre?
Silbador: Sí que
me gusta..... Me gusta como soy cuando soy un hombre.
Hombre: ¿Y por
qué lo quieres amansar?
Silbador: Porque
no me gusta que le echen las culpas al lobo.
Hombre: ¿Y no
encuentras a faltar la espontaneidad del hombre?
Silbador: Sí que
la echo de menos..... pero tenía que escoger.
Hombre: ¿Y por
qué escogiste al lobo?
Silbador: No lo
sé..... Me he hecho esa pregunta muchas veces..... Quizás porque me gusta
silbar.
Hombre: ¿Y por
qué no utilizas tu música, tu silbido, para amansar a las fieras de
verdad?..... Quiero decir, para amansar a aquellos a los que no les gusta tu
hombre o tu lobo.
El
silbador miró la luna..... Le gustaba la luna..... Le gustaba silbar..... Le
gustaba ser un hombre lobo.....
El hombre
se acordó de que había quedado para cenar con Carla y su abuelo. Se despidió
del hombre lobo, se levantó y se fue silbando.
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