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miércoles, 29 de enero de 2014

La quinta puerta

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Lo despertó la melodía de alguien que silbaba. Se encontraba bien. Abrió los ojos pero no vio a nadie..... los volvió a cerrar: ¡Se encontraba bien!
Se permitió unos minutos de no hacer nada. Quería cruzar otra puerta, tenía ese deseo..... pero se encontraba bien, no tenía necesidad de correr, así que se permitió unos minutos más de inactividad.
Alguien seguía silbando, era agradable. Finalmente abrió los ojos y se sentó. Escuchó con atención para saber de donde provenía aquel sonido..... Lo sentía tan claramente que parecía que saliese de él mismo..... Cerró los ojos, se concentró en el silbido y le pareció que provenía de detrás de la puerta número 1.
Se dirigió hacia la puerta, la abrió y, al cruzarla, sintió un aire suave. Vio a un hombre que silbaba y fue hacia él:
Hombre: ¿Es tuya esa música?
Silbador: Es de quien la quiera escuchar.
El silbador siguió silbando. El hombre caminó por la montaña..... Se alejó mucho de aquel lugar y, aun así, seguía oyendo la música..... parecía que le saliera de dentro.
Al atardecer volvió. El silbador seguía silbando, entonces le preguntó:
Hombre: ¿Siempre silbas?
Silbador: Sí, me gusta hacerlo..... y, además, me va bien.
Hombre: ¿Por qué te va bien?
Silbador: Porque la música amansa a las fieras.
Hombre: No he visto animales salvajes.....
Silbador: Yo tampoco..... no tengo intención de amansar animales salvajes.
Hombre: Y entonces..... ¿Por qué silbas?
Silbador: Porque soy un hombre lobo.
Hombre: Un hombre lobo..... Así, quieres amansar al lobo.
Silbador: No, quiero amansar al hombre.
Hombre: ¿Al hombre?
Silbador: Sí, los lobos no son peligrosos..... Sólo atacan cuando tienen hambre..... o cuando los molestan.....
Estuvieron un largo rato sin hablar. El silbador silbaba. Para el hombre era agradable aquella combinación de noche y música..... ¡Se sentía bien!
El silbador miró al hombre y dijo:
Silbador: Mañana será luna llena.
Hombre: Así, mañana por la noche te convertirás en lobo, ¿no?
Silbador: Sí..... ¿Crees que te daré miedo?
Hombre: .....No lo sé..... ¿Me tendría que dar miedo?
Silbador: No lo sé..... eso depende de los cuentos que te hayan explicado.
Hombre: ¿De los cuentos que me hayan explicado?
Silbador: Sí, porque en los cuentos el lobo casi siempre es malvado..... Yo mismo tuve miedo de mi lobo durante mucho tiempo..... Pero un día alguien me explicó un cuento..... un cuento, el final del cual, decía así:
“.....i entonces apareció un lobo..... Pero no era un lobo de verdad, no era uno de aquellos lobos que corren por la montaña con porte elegante y mirada penetrante..... No, no era uno de esos lobos: Era un lobo de cuento, uno de aquellos lobos que se comen todo lo que encuentran..... Era el lobo más malvado de todos los cuentos..... Era un lobo que, incluso, se comió el cuento en el que vivía..... se lo comió sin darse cuenta que si no había cuento, no había lobo.....”
Este final me hizo pensar en mí..... Mi lobo no es un lobo de cuento, es un lobo de verdad: ¡A mí me gusta mi lobo!
Hombre: Que te guste tu lobo está bien pero ¿por qué quieres amansar al hombre?
Silbador: Porque cuando el hombre hace algo que socialmente está considerado incorrecto, todo el mundo le echa las culpas al lobo..... y quieren acabar con él..... pero a mí me gusta mi lobo..... ¡Me gusta ser un lobo!
Hombre: Así, ¿no te gusta tu hombre?
Silbador: Sí que me gusta..... Me gusta como soy cuando soy un hombre.
Hombre: ¿Y por qué lo quieres amansar?
Silbador: Porque no me gusta que le echen las culpas al lobo.
Hombre: ¿Y no encuentras a faltar la espontaneidad del hombre?
Silbador: Sí que la echo de menos..... pero tenía que escoger.
Hombre: ¿Y por qué escogiste al lobo?
Silbador: No lo sé..... Me he hecho esa pregunta muchas veces..... Quizás porque me gusta silbar.
Hombre: ¿Y por qué no utilizas tu música, tu silbido, para amansar a las fieras de verdad?..... Quiero decir, para amansar a aquellos a los que no les gusta tu hombre o tu lobo.
El silbador miró la luna..... Le gustaba la luna..... Le gustaba silbar..... Le gustaba ser un hombre lobo.....

El hombre se acordó de que había quedado para cenar con Carla y su abuelo. Se despidió del hombre lobo, se levantó y se fue silbando.

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