¿Dos
veces? Jaja!! Ríome yo de esta aproximación o redondeo…..
Al
menos yo, soy capaz de tropezar 10, 12, 24, 100 e, incluso, 1000 veces con la
misma piedra.
Tropiezo,
me levanto, vuelvo a la línea de salida, visualizo la piedra, mientras avanzo
por el camino pienso: “Esta vez no tropezaré con ella”….. ¡Tropiezo! y,
mientras voy cayendo, sigo pensando: “Esta vez no tropezaré con ella”….. hasta
que me doy de morros con el suelo…..
Y
es que, la piedra en sí, tiene su encanto y, además, la sensación de ingravidez
– de flotar más allá del razonamiento lógico – que me embarga durante la caída
es muy agradable.
De
repente la ingravidez desaparece y aterrizo, sin alerones, sobre una pista
improvisada en el desierto…..
En
ocasiones, por ejemplo ayer, cuando ya estoy en el suelo veo que de la piedra –
que en principio es un ser inanimado, sin vida – sale una especie de puño que
me golpea nuevamente…..
Lo
curioso es que cada vez me levanto más rápido….. pero más jodido…..
Alguien
del público grita: “¡Vaya mierda de monólogo! Tío, eso se lo tienes que
explicar al psicólogo… o al psiquiatra, pero no a los que hemos pagado para
reírnos un rato”.
El
monologuista contesta: “Es que mi psiquiatra está entre el público….. de esta
manera consigo que sea él quien pague por escucharme….. Vaya, que es una
estrategia para recortar gastos y conseguir beneficios”.
Aplausos
y risas previamente grabados.