Abre la
caja, mira el contenido durante unos segundos y la vuelve a cerrar.
Balanceándose
suavemente en la mecedora, su mirada se pierde en la lejanía… Sabe que ha
llegado la hora…
El
muchacho de las alas le pregunta si está preparada… ella asiente con un leve
movimiento de cabeza… En ese momento hace su aparición el chico encapuchado de
la guadaña… “¡Es la hora!”.
En la
noche – sin estrellas ni luna – las tres figuras avanzan envueltas en la
oscuridad… sombras que nacen y mueren junto a las farolas…
Se paran
delante de una puerta, la muchacha abre la caja, coge una pastilla y se la mete
en la boca… una espuma blanquecina empieza a cubrirle los labios… la barbilla…
El
encapuchado aprieta el botón del timbre con la guadaña… Cuando se abre la
puerta gritan los tres a la vez: “¿Truco
o Trato?”. El hombre los mira con desprecio y dice: “Trick, of course!”… Y las carcajadas de aquel vecino – un tal
Mariano Raj (y dos letras más) – surcan la noche cual banda sonora ideal para otro terrorífico año de
Halloween.
El Trato está muy bien pero El Monolito me ha hecho reir.
ResponderEliminarGracias!!
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